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En mi experiencia, uno de los aspectos más sorprendentes de participar en el ministerio de la iglesia de Cristo para muchas personas que comienzan su vida de fe en la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.A.) es comprender lo que implica «vivir responsablemente en las relaciones de vida, tanto en lo personal como en lo familiar, vocacional, político, cultural y social» (G-1.0304).

Aunque en el cristianismo se enfatizan comúnmente ciertas expectativas, como la responsabilidad personal y vivir con bondad, respeto y compasión, hay otras que pueden no ser tan evidentes de inmediato. La familia, por ejemplo, juega un papel fundamental en nuestro camino cristiano, como se refleja en nuestros votos bautismales, que incluyen el compromiso de los padres y madres, la persona bautizada y la congregación de apoyarse, nutrirse y guiarse mutuamente en la fe.

Además, nuestra vida vocacional es parte integral de nuestro llamado cristiano. La vocación es un llamado de Dios que se extiende mucho más allá de las ocupaciones profesionales para abarcar todos los aspectos de la vida. Dios nos llama a servir en cada faceta de nuestra existencia.

Si bien las expectativas que hemos mencionado se alinean con las creencias cristianas comunes, el pueblo presbiteriano amplía aún más su entendimiento de la responsabilidad de una persona cristiana. Como líderes, debemos alentar a las personas que son parte de la iglesia a considerar que sus vidas abarcan una participación activa en sus comunidades. Esto incluye considerar el voto como un reflejo de sus creencias, abogar por la justicia y entablar un diálogo sobre políticas públicas de la misma manera en que leemos las Escrituras y oramos.

De manera similar, la vida responsable se extiende al compromiso cultural. Dios nos llama a honrar su creatividad y su imaginación respetando las diversas culturas que encontramos en nuestro camino, promoviendo el diálogo, la paz, la comprensión y la celebración. Como familia de Dios, es nuestra responsabilidad relacionarnos con las personas que son diferentes a nuestros usos y costumbres, reconociendo el rostro de Jesús en cada persona que vemos.

El vivir responsablemente en todas estas dimensiones sirve como testimonio de las enseñanzas que recibimos de Jesucristo. Las personas ordenadas como ancianas gobernantes desempeñan un papel importante en guiar a las personas que son parte de la iglesia en todas las facetas de la vida y el ministerio. Nuestra fe trasciende las creencias personales, los valores familiares o los llamamientos vocacionales. Esta se entrelaza con cada relación que mantenemos como seres humanos en esta tierra y penetra todos los aspectos de nuestra existencia.

En su llamado a ser parte del consistorio de la iglesia puede, entre otras tareas de su ministerio:

  • Ofrecer orientación espiritual y cuidado pastoral. Puede facilitar estudios bíblicos y grupos de formación espiritual.
  • Apoyar a las familias mediante la planificación de retiros y eventos de compañerismo. También puede planificar experiencias de adoración intergeneracionales y crear espacios abiertos para clases familiares, así como organizar actividades para brindar descanso a personas con responsabilidades parentales que se sientan agobiadas y cansadas.
  • Animar a personas de todas las edades a discernir cómo Dios les llama a usar sus dones. Sirva como tutor o tutora.
  • Facilitar diálogos sobre temas políticos, buscando en Jesús ejemplos de justicia, paz y amor. Promueva y modele la participación cívica responsable.
  • Celebrar la diversidad cultural dentro de la congregación y la comunidad. Planifique eventos educativos, estudios de libros e intercambios interculturales, y participe en el trabajo en favor de la reconciliación y el entendimiento étnico/racial. Dedique tiempo a comprender las desigualdades de poder existentes entre las personas y las comunidades, asegurándose de que el liderazgo de la iglesia sea diverso. Explore las implicaciones de tener privilegios que otras personas no tienen.
  • Liderar por medio del ejemplo, participando en el servicio comunitario y la justicia social. Organice programas de alcance comunitario, ofrezca oportunidades de voluntariado y anime a las personas de la iglesia a involucrarse en asuntos sociales desde una perspectiva religiosa.

Como gente que sigue a Jesús, debemos comprender las complejidades del mundo y cómo Dios nos llama a cumplir con sus expectativas multifacéticas.

Para reflexionar:

  • ¿Qué significa para usted, como líder de la iglesia, pensar en el cristianismo como una manera de estar en el mundo que es sencilla, que no es violenta, que comparte y que se dedica al amor? ¿Cómo afecta eso su forma de ver su responsabilidad y su llamamiento como persona ordenada para ser anciana gobernante?
  • ¿Cómo pueden las personas ordenadas a ser ancianas gobernantes guiar y apoyar efectivamente a las personas que son parte de la iglesia para que vivan responsablemente en sus relaciones personales, familiares, vocacionales, políticas, culturales y sociales? ¿Qué otros ejemplos puede dar en su propio contexto?

Marissa Galván-Valle es ministra de la Palabra y los Sacramentos en la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.). Es la editora principal de recursos en español en el Presbyterian Publishing Corporation y pastora a tiempo parcial de la Iglesia Presbiteriana Beechmont, una iglesia intercultural que celebra su culto de todos los domingos en español e inglés. Fue ordenada anciana gobernante cuando tenía 21 años.

A lo largo del 2023 y 2024, los artículos mensuales de Regarding Ruling Elders alternarán entre una inmersión profunda en las formas en que las personas ordenadas como ancianas gobernantes disciernen y miden la vida de una congregación a través del ministerio de las membresías e historias sobre cómo están usando su llamado y dones mientras se mueven dentro y fuera de las paredes de la congregación.

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