El año pasado, Paula Zavitz completó una meta hacia la que ella había estado trabajando desde hace casi una década: convertirse en una educadora cristiana certificada en la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.A.). 

Zavitz, quien trabaja como directora de ministerios de la niñez en la Primera Iglesia Presbiteriana en Rapid City, Dakota del Sur, es la única educadora cristiana certificada en su presbiterio y el estado. 

La certificación está diseñada para reconocer y mejorar los ministerios de la iglesia de profesionales de la educación a través de un programa intensivo de estudio, asesoramiento, servicio y examen. El proceso «le costó mucho trabajo», dice Zavitz, pero afirmó su vocación. «Me hizo sentir que estaba en el lugar que Dios quería que estuviera».

Zavitz ya estaba trabajando en la Primera Iglesia Presbiteriana cuando su pastor le habló acerca de la Asociación de Educadores/as de la Iglesia Presbiteriana (APCE por sus siglas en inglés) y le animó a asistir a uno de sus eventos anuales. Fue allí que ella aprendió sobre el proceso de certificación.

Zavitz recuerda que cuando ella comenzó a hablarles a sus colegas de la iglesia sobre la certificación de educadora, «tenían que buscar en el Libro de Orden para ver de qué trataba». Pero su congregación y presbiterio la apoyaron mientras ella trabajó con un asesor de certificación de educadores para cumplir con los requisitos.

Ella señala que los cursos que tomó — algunos en eventos de APCE y otros en el seminario teológico de Pittsburgh, fueron de gran ayuda. Un curso de teología Reformada profundizó su comprensión de la fe cristiana. 

«No es lo que las personas escuchan en medios populares sobre lo que creen los cristianos», explica. «La gente viene a mí y me pregunta cosas y ahora siento que puedo dar una respuesta que es útil y verdadera y alineada con lo que diría nuestro pastor».

Los cursos requeridos para la certificación son interpretación bíblica, teología Reformada, teoría y práctica de la educación religiosa, adoración y sacramentos, desarrollo humano, desarrollo de la fe, política Presbiteriana y programa presbiteriano y misión.

Construir relaciones con educadores/as de otras iglesias es otro beneficio del proceso de certificación, dice Zavitz. Ella no puede conducir al otro lado de la ciudad para un café con un colega, pero puede levantar el teléfono y pedir consejo sobre una estrategia de la educación o por recursos sobre un tema concreto. «Tengo una red de personas que puedo llamar para buscar ayuda».

Obtener una red de apoyo es uno de los beneficios citados con mayor frecuencia por personas que han pasado por el proceso de certificación, dice Martha Miller, administradora de recursos para ancianos/as gobernantes y certificación de educadores/as de la oficina de la Asamblea General. Ella observa que "Las personas que toman los cursos juntos a menudo encuentran una red de personas con las que han creado lazos de amistad".

La certificación también proporciona reconocimiento y protección para los/as educadores/as, dice Miller. Se espera que los presbiterios mantengan estándares mínimos de salarios y beneficios para los/as educadores/as certificados/as. El Libro de Orden de la IP(EE.UU.) concede a los/as Educadores/as Cristianos/as Certificados/as derecho a voz en reuniones de presbiterio y voz y voto si ellos/as además son Ancianos/as Gobernantes. A los/as Educadores/as Certificados/as también se les otorga «acceso al área del presbiterio que supervisa el ministerio» (G-2.1103b), lo que significa que son supervisados/as por la Comisión de Ministerio del presbiterio.

Miller dice que hay aproximadamente 650 educadores/as certificados/as en la IP(EE.UU.) y cerca de 180 personas trabajando hacia la certificación. 

Cuando una persona decide certificarse, «hace una gran declaración», dice Elaine Barnett, que ha sido una educadora certificada por treinta años. «Está diciendo, 'quiero ser reconocida por lo que hago y quiero rendir cuentas’». 

Barnett ha trabajado en congregaciones y sirvió como parte del personal del Presbiterio de Tampa Bay. Ya jubilada, es la asesora de Certificación de Educación de siete personas en tres presbiterios de Florida que trabajan hacia la certificación.

Ella dice que la certificación beneficia no sólo a educadores/as sino a las congregaciones en las que sirven. Por ejemplo, Barnett cuenta la historia de un miembro del consistorio en la congregación donde trabajaba cuando comenzó el proceso de certificación. Esta anciana "no veía la educación cristiana más allá de la escuela dominical para los niños", dice.

«Pero como parte del grupo que trabajó conmigo [hacia la certificación], ella comenzó a ver lo que la educación cristiana puede ser en la vida de una congregación. Ella vio las posibilidades y se convirtió en alguien que abogaba por mí».

Barnett considera que la certificación es hoy más importante que nunca, cuando un número creciente de educadores/as de la iglesia entran en el campo sin haber estudiado educación cristiana en la Universidad o seminario. Estos/as «educadores/as cosechados/as en casa», como ella los llama, a menudo llevan a su trabajo la fe profunda y valiosas habilidades en docencia o administración.

El proceso de certificación, Barnett explica, se basa en esas fortalezas y ayuda a educadores/as a «comprender el trabajar en la iglesia como un llamado».

Muchos/as educadores/as de la iglesia comienzan trabajando en sus congregaciones como voluntarios/as, enseñando la escuela dominical y en la escuela bíblica de vacaciones, o liderando el programa juvenil. Zavitz comenzó su vida profesional en la educación secular. Pero el trabajo voluntario en la iglesia le condujo eventualmente a su trabajo como directora de ministerios de la niñez.

Ahora que ella está certificada, dice, «me siento mejor preparada para realizar el trabajo que hago». 

Zavitz dice que los costos de certificación, cuotas de matrícula, gastos de viaje, etc., puede desalentar a algunos/as de entrar en el proceso.  Ella cree que las Congregaciones y presbiterios deben ayudar con los costos, porque en última instancia, comparten los beneficios. Tendrán profesionales bien equipados/as en sus programas educativos. 

«Creo que la iglesia está mejor cuando sus líderes tienen una profunda comprensión de la fe», dice Zavitz.

Recursos e información sobre el proceso de certificación están disponibles en www.pcusa.org/christianeducators. Miller dice que la rediseñada página web provee una pestaña para las congregaciones, que ofrece herramientas para ayudar a las iglesias a aprender acerca de la certificación para que pueden animar a sus educadores/as para iniciar el proceso.

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