No me gustan las reuniones. Como presbiteriana de toda la vida, me apena admitirlo. Las reuniones pueden ser tediosas, frustrantes, confusas y tan no espirituales.

Las reuniones son una parte significativa ya que, como gente de fe, discernimos, organizamos y ejecutamos decisiones y acciones; sirven para lograr objetivos. Pero más importante, es como, a través de reuniones, juntos(as) escuchamos y actuamos según el liderazgo de Dios.

He estado reflexionando sobre qué es lo que hace que las reuniones sean un desafío para mí. Me hago preguntas y busco lo que puedo hacer al respecto. Mientras puede que sus experiencias y su contexto sean diferentes a los míos, tal vez en uno o más esté de acuerdo conmigo.

  1. ¿Estoy hablando? ¿Estoy dejando que otras voces sean escuchadas?

He estado asistiendo a reuniones ecuménicas representando a mi pequeña ciudad. Es una coalición de representantes de diferentes comunidades de fe que creen en la labor de paz y la justicia, y se encuentran formándose actualmente. En la última reunión, tuvimos una diferencia de opinión. Tuve algo con que contribuir, pero no pude ser partícipe del dialogo. Esta experiencia es bastante conocida para mí como mujer asiática-americana callada e introvertida. Me intimida la rapidez de los compromisos hechos en varias de las conversaciones.

Sin embargo, me voy de retiro con este grupo, principalmente para conocerles mejor. Como persona relacional, sé que me sentiré más cómoda si tengo una relación más profunda con la persona. Y oro a Dios para que cree un espacio en el cual pueda hablar. Con el tiempo, espero poder ayudar a otros miembros que se quedan callados a que también utilicen su voz.

  1. ¿Qué es lo que tengo que ofrecer a este grupo?

Tengo una pasión por la justicia racial. Como mujer japonesa -americana, quien tuvo a su familia reclusa durante la Segunda Guerra Mundial, con un padre que tuvo la valentía de alzar su voz a favor de los derechos civiles, bendecida por tener amistades afro-americanas quienes me han enseñado tanto sobre que significa ser una persona de color en este país, e hijos adultos quienes trabajan en el área de la justicia racial, todavía estoy aprendiendo de muchas maneras. Pero también sé que esto es lo que ofrezco a cualquier grupo.

  1. ¿Qué es lo que puedo hacer para cuidar de mí física, emocional y espiritualmente?

Las reuniones toman energía y toda nuestra atención. Para una organización, sé que nuestras reuniones pueden ser largas. Mi espalda me duele de tanto estar sentada y tengo que manejar una larga distancia solo para llegar ahí. Así que, cada vez que puedo, llego temprano para darme un tiempo para caminar antes de la reunión.

Emocionalmente, las reuniones pueden traer problemas de origen familiar. Cuando estoy encargada de una reunión y las cosas empiezan a ponerse color hormiga, mi mentalidad de niña empieza salir a flote y puedo ponerme ansiosa. Tomo mucha responsabilidad de lo que pueda o no estar pasando. Si mencionamos lo que estamos trayendo a la mesa antes de tiempo, esto puede ayudar a enfocarnos en lo que está pasando y a permitirnos confiar en el proceso.
Estoy aprendiendo a orar por las reunions antes de tiempo. Puede ser por algún asunto, dinámica o preocupación en particular. Confió que Dios me escucha y me da paz, lo cual es una buena base mientras entro a la sala de reuniones.

Unos meses atrás, alguien tiró una piedra en la ventana del centro islámico de nuestra ciudad. La coalición ecuménica, la cual mencione anteriormente, y otros grupos se comunicaron, pidieron permiso al imam y decidieron ir el domingo por la tarde para demostrar nuestro apoyo. Fue tan rápido que el imam esperaba una docena de personas que venían de una iglesia o dos después del servicio de adoración.

Más de una centena de personas llegaron al lugar; gente joven, adultos mayores, familias con sus hijos, caminando y bicicleteando hacia la calle del centro islámico con pancartas, sonrisas y hurras. Estas personas llenaron el espacio del pequeño estacionamiento y llenaron las veredas. Una Amistad mía, quien hablaba con el imam mientras caminaba a través de la multitud dijo que nunca olvidaría la gratitud tan profunda que había en los ojos de ese hombre.

Esta es la razón del por qué me no me rindo con las reuniones. Como personas organizadas, no importa que grupo seamos; si somos una iglesia, un servicio comunitario, o una coalición ecuménica, podemos caminar juntos en contra de la marea que apena al corazón de Dios. Y podemos hacer la diferencia en el nombre de Jesús.

Discernimiento para reuniones

  1. ¿Estoy hablando? ¿Estoy dejando que otras voces sean escuchadas?
  2. ¿Qué es lo que tengo que ofrecer a este grupo?
  3. ¿Qué es lo que puedo hacer para cuidar de mí física, emocional y espiritualmente?

La Reverenda Dra. Diana Nishita Cheifetz es una directora espiritual que sirve a líderes laicos y al clérigo en el área de San Francisco, EE.UU. e internacionalmente. Su página web es www.spiritualdirectionforpastors.com (en inglés).

For more about the information provided here, please contact Martha Miller at martha.miller@pcusa.org and browse the Ruling Elders website.

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