Al pensar en el liderazgo espiritual, es útil tener claro lo que podría significar «espiritual». Para nuestros propósitos, la «espiritualidad cristiana» se define como una forma de vida en relación con el Dios que conocemos en Jesucristo a través del poder del Espíritu Santo, para asociar que la voluntad de Dios se haga «en la tierra como en el cielo». Desglosar esta definición es aún más útil.

Una forma de vida: la espiritualidad cristiana no se trata solo de sentimientos religiosos y experiencias internas. Tampoco es algo a lo que recurrimos en la iglesia o cuando salimos al mundo. La espiritualidad es una forma de estar en el mundo, la cual afecta a cada parte de lo que somos. Tiene implicaciones sobre cómo vivimos con nuestros vecinos, gastamos nuestro dinero, votamos, trabajamos, jugamos, tratamos a nuestra familia, etc. En la iglesia, nos mueve a preocuparnos no solo por el bienestar de la iglesia, sino también por el bienestar de nuestra comunidad y del mundo.

En relación con Dios: como dice el catecismo, fuimos creados para glorificar a Dios y disfrutar de Dios para siempre (Libro de Confesiones, 7.001). Estábamos destinados desde el principio a tener una relación viva con el Dios viviente en medio de lo que somos. Al igual que cualquier relación, para florecer se necesita invertir tiempo y atención. Esta inversión incluye la adoración, la oración, el estudio de las Escrituras, junto con el uso de otros medios de gracia. Dios siempre nos está llamando a una relación más profunda a través de todos los eventos de nuestras vidas. Al responder a las invitaciones continuas de Dios, la vida se convierte en una aventura de fe.

El Dios que conocemos en Jesucristo: la espiritualidad cristiana no es una relación con cualquier Dios, sino con un Dios en particular revelado en las Escrituras y, más plenamente, en Jesucristo. Cristo, el Señor y cabeza de la iglesia, nos muestra quién es Dios en verdad. La relación que tenemos con Dios es posible gracias a su encarnación, vida, muerte y resurrección. Jesús encarna a un Dios que es eternamente nuestro y siempre está trabajando para el bien de la creación de Dios. Como sus discípulos(as) estamos llamados(as) a unirnos a Dios en este trabajo en el mundo.

Fortalecido por el Espíritu Santo: El Espíritu Santo que llenó y capacitó a los primeros discípulos en Pentecostés, todavía está disponible para que el pueblo de Dios haga el trabajo de Dios. El Espíritu también se mueve dentro de nosotros para ajustarnos a la imagen del hijo de Dios (Romanos 8:29). Esto significa que a medida que nos entreguemos a una relación más profunda con Dios, nuestro carácter reflejará más y más a Jesús. Este es el trabajo del Espíritu en nosotros(as), no algo que nos hacemos a nosotros(as) mismos(as). Estamos facultados(as) para ser personas fieles de Dios y para hacer el trabajo de Dios.

Ejercicio espiritual
Agarre una Biblia, papel y lápiz, y busque un lugar donde no haya interrupciones. Siéntese cómodamente y tranquilícese por dentro. Pídale a Dios que bendiga este ejercicio para acercarlo más a él. Pase al Salmo 23. Use este salmo para ayudarle a reflexionar sobre su relación con Dios. Comience con el versículo uno: ¿qué significa para usted que Dios sea su pastor? ¿Cómo ha experimentado esta relación supliendo sus necesidades? Continúe a través del salmo, usando los versículos 2 al 5 para reflexionar sobre su relación con Dios desde la niñez hasta donde se encuentra ahora. ¿Cuándo se dio cuenta de que Dios le estaba guiando? ¿Cómo ha restaurado Dios su alma?

Escribe lo que recuerda sobre estos «avistamientos de Dios» en su vida. Pase al versículo 6 y medite sobre lo que significa reclamar estas dos declaraciones para su futuro. Concluya escribiendo una oración basada en sus reflexiones sobre el Salmo. Exprese a Dios por lo que está agradecido, lo que necesita confesar y cómo desea experimentar su relación con Dios en el futuro.

Preguntas para pensar y dialogar

  1. ¿De qué manera ser miembro del consistorio afectó su relación con Dios?
  2. ¿En qué parte de la vida/misión de la iglesia se siente más capaz de disfrutar y glorificar a Dios?
  3. ¿Cuánto del tiempo, la energía y el dinero de su iglesia están enfocados en ayudar a las personas a nutrir un enfoque espiritual de la vida en el mundo?

 


Joan S. Gray ha servido como anciana docente en doce congregaciones. Es coautora de Presbyterian Polity for Church Leaders, y autora de Spiritual Leadership for Church Officers y Sailboat Church, todos publicados en ingles por Westminster/John Knox Press. Joan concluyó un período de dos años como moderadora de la 217ª Asamblea General (2006) de la IP (EE. UU.) y vive en el centro de Atlanta.

For more about the information provided here, please contact Martha Miller at martha.miller@pcusa.org and browse the Ruling Elders website.

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