A veces la gracia obra incluso antes de que la necesitemos. 

Estaba montada en el tren de tránsito rápido, a través de la bahía de camino a mi cita dental. Tenía un libro para leer, ya que no tengo un "teléfono inteligente", sólo un pequeño teléfono móvil, el cual había dejado en casa. Este libro en particular, el cual tomé de camino hacia la puerta, tiene por título, A Journey Through Grief, por Alla Renée Bozarth (Hazelden Publishing [19 de abril de 1994]). 

Aún tenía fresca en mi mente y corazón la conversación telefónica de la noche anterior que mi marido y yo tuvimos con una amiga. Su esposo - un padre maravilloso, profesor de música y un buen ser humano- murió hace unos meses. Mi esposo y yo presidiremos el servicio, pero todavía estamos trabajando con nuestra propia tristeza y pérdida por su muerte. 

Para más información sobre oraciones de aliento, visite esta página . Descubra su propia oración con el trabajo del autor Episcopal Ron DelBene como fundamento: 

  1. Relaje su cuerpo
  2. Relaje su mente
  3. Visualice a Jesús
  4. Encuentre su nombre para Dios
  5. Junte su nombre para Dios y su deseo (ej. “Dios Santo, dame paz” o “Jesús, sáname”)
  6. Ore esta frase
  7. Descanse en el silencio

DelBene, Ron. The Breath of Life: A Simple Way to Pray. Wipf & Stock Pub (1ro de diciembre de 2005).

En este libro pequeño pero sabio, la autora, una terapeuta y sacerdotisa episcopal, hace hincapié en la importancia de continuar respirando - y respirando profundamente - en medio del trabajo de duelo. Y también añade la sugerencia de respirar con una afirmación o una oración. Inhalar con una frase y exhalar con otra. 

Lo que vino a mi mente era esta sencilla frase: 

[Inhalando] Dios es…
[Exhalando] fiel.

Se sentía reconfortante y fuerte, que era algo bueno para mí ya que al acercamos a mi parada, la voz del operador se escuchó por el sistema de intercomunicación para dejarnos saber que estaríamos pasando por alto mi parada del tren debido a actividad policiaca. Estupendo.

Yo llegaría tarde a mi cita. No tenía teléfono. Y sabía que probablemente tendría que buscar la manera de encontrar el autobús correcto para regresar a mi destino. Cosas pequeñas en comparación con la pérdida de un buen hombre, pero aún estresante. 

Pero en medio de mis preocupaciones, la pequeña frase se quedó conmigo, como un lugar para aferrarme. Dios es ... fiel. 

Salí del tren en la siguiente parada, moviéndome con la corriente de gente que estaban conmigo. No sabía dónde encontraría el autobús adecuado, pero sí sabía que necesitaba tomar prestado el teléfono celular de alguna persona desconocida. Miré a mi alrededor, a las otras personas que también cruzaban por los tornos, e intercambié una mirada con una mujer que parecía como si fuera japonesa-americana (tal como soy yo). La seguí a través del torno e hice un salto de fe. 

-“Perdón, pero ¿puedo hacerte una pregunta? 

Se volvió hacia mí, pero parecía un poco cautelosa. Le pedí usar su teléfono celular, explicando que se suponía que debía bajar en la última parada y necesitaba que la oficina de mi dentista supiera que llegaría tarde. Ella parecía incierta, pero dijo que llamaría por mí y marcó el número que le di, poniendo su teléfono en el modo de altavoz para que pudiera hablar mientras lo sostenía en mi dirección.  Fui capaz de informar sobre mi situación en el consultorio del dentista y respiré un suspiro de alivio. 

La dueña del teléfono celular se relajó visiblemente ahora que sabía que yo había sido honesta con ella. Hablamos más y ella compartió que ella también había necesitado bajarse en la última parada y pensó que podría encontrar la dirección correcta. Así que, en pocas palabras, volvimos juntas a la zona de nuestra parada original, charlando agradablemente todo el camino. Y llegué a mi cita a tiempo. 

Dios proveyó. Pero por lo que yo estaba muy agradecida fue por la pequeña oración de aliento, o la Oración del Corazón. Me impidió entrar en pánico porque incluso antes del cambio de planes anunciados por el operador del tren, yo tenía en la cabeza y el corazón que Dios es fiel. 

La oración está todavía conmigo - incluso cuando me olvido de respirar tan plenamente como debo. Se trata de un pequeño recordatorio de la gran ancla - la fuerza y afirmación – que hay en Dios cada día, cada momento de la vida. 

La oración del aliento es una maravillosa manera de "orar sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17), ya que es fácil de llevar consigo a lo largo del día.


The Reverend Dr. Diana Nishita Cheifetz is a spiritual director, serving lay leaders and clergy in the San Francisco Bay area, the U.S.A., and internationally. Her website is www.spiritualdirectionforpastors.com.

For more about the information provided here, please contact Martha Miller at martha.miller@pcusa.org and browse the Ruling Elders website.

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