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Hace varios años, tuve el privilegio de participar en un panel interreligioso en Washington, D.C., sobre la falta de jóvenes adultos en iglesias, mezquitas y sinagogas. El panel incluyó a un obispo episcopal, un obispo episcopal metodista africano, un pastor bautista del sur, un monseñor católico romano, dos rabinos judíos, uno de la tradición conservadora y otro de la tradición reformista, dos imanes musulmanes, un líder mormón y yo. Yo estaba más que intimidado.

El moderador nos guió hábilmente a través de una serie de preguntas. Algunas de mis amistades estaban en la audiencia. Durante la primera mitad de la conversación, no dije mucho. En el descanso, uno de mis amigos me preguntó si estaba bien. Les aseguré que si.

Mientras regresaba al escenario, uno de los imanes me saludó. Dijo que había leído mi investigación sobre jóvenes adultos y que estaba contento de conocerme. Luego me preguntó: "Eres cristiano, ¿verdad?" Estaba un poco sorprendido y respondí: "Sí, lo soy". Él sonrió y dijo: “Interesante. Si eres cristiano, ¿por qué no hablas como cristiano? Tropecé con una respuesta exigua y luego él dijo: “Es difícil tener una conversación con alguien que no está hablando. Mi hermano, Alá te ha colocado aquí para hablar. Habla como un cristiano.

Después de que terminó el panel, mis amistades me dijeron que durante la primera mitad estaban preocupados porque algo andaba mal conmigo, hablaba muy poco y no contribuía mucho. Luego, después del descanso, dijeron que era una persona totalmente diferente. Cuando me preguntaron qué sucedió, les dije que la palabra del Señor me llegó a través de un imán musulmán.

Somos seguidores de Jesucristo. Y somos líderes en la iglesia de Cristo. Nosotros tenemos algo que decir. Tenemos un testimonio para dar. Me preocupa que el pueblo presbiteriano se quede callado con demasiada frecuencia porque no queremos imponer nuestra fe a las demás personas, o no queremos ser identificados con esas personas que gritan su fe a las demás. Entonces, cometemos el error de guardar silencio. El problema entonces es que las únicas “voces cristianas” que otros pueden escuchar son mezquinas y críticas. La gente anhela escuchar sobre el amor y la gracia de Dios.

Mi hermano/a, Dios te ha puesto aquí para hablar. El liderazgo habla.

Para reflexionar:

  • ¿Quién es alguien que le ha hablado de su fe?
  • ¿Cuándo tuvo oportunidad de hablar de su fe con otras personas?
  • ¿A quién le está llamando el Espíritu Santo a hablar sobre su fe?

El Dr. Rodger Nishioka se desempeña como pastor asociado principal y director de formación de fe para adultos en la Iglesia Presbiteriana Village en Prairie Village, Kansas. Antes de unirse al personal de la Iglesia Village, se desempeñó como profesor de educación cristiana en el Seminario Teológico Columbia en Decatur, Georgia.

Este artículo es el quinto de una serie de 12 partes que se enfoca en la formación de líderes de la IP(EE. UU.) como parte del "Año de Formación de Líderes: Invertir en ancianos/as gobernantes, diáconos y diaconisas". Para recursos adicionales disponibles visite www.pcusa.org/leader-formation/.