Mientras que el drama político continúa desarrollándose en Puerto Rico, el reverendo J. Herbert Nelson II, secretario permanente de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana (EE. UU.), ha expresado su apoyo a la ciudadanía y al pueblo presbiteriano, que están pidiendo un cambio en el gobierno.
"No podemos ignorar la violencia política y social que ha seguido afectando a nuestros hermanos y hermanas en Puerto Rico", dijo Nelson. "Les acompañamos mientras enfrentan transiciones continuas en el liderazgo político, especialmente a nuestros hermanos y hermanas presbiterianos en el Sínodo Presbiteriano Boriquén”.
La semana pasada, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló renunció tras protestas masivas contra el gobierno después de que saliera a la luz una serie de comunicaciones entre Rosselló, miembros de su gabinete y otras personas. Las comunicaciones fueron descritas como racistas, homofóbicas y misóginas. Además, dos ex miembros del gabinete y tres contratistas del gobierno enfrentan cargos de corrupción relacionados con robo, lavado de dinero y fraude.
Al renunciar a su cargo el viernes pasado, Rosselló seleccionó a su sucesor, Pedro Pierluisi. Sin embargo, la Corte Suprema de Puerto Rico dictaminó ayer que la juramentación de Pierluisi era inconstitucional.
Nelson dijo que la corrupción política en Puerto Rico no se puede detener sin un cambio sustancial en el liderazgo, y agrega que la iglesia condena enérgicamente cualquier retórica que respalde la opresión sistémica de las personas.
Las co-moderadoras de la 223a Asamblea General (2018), la anciana gobernante Vilmarie Cintrón Olivieri y la reverenda Cindy Kohlmann, también han hablado sobre la crisis.
"Únase a nosotros en solidaridad y oración por mis hermanas y hermanos puertorriqueños, para que nuestra situación sea escuchada y para que la justicia llegue como las aguas y la honradez como una corriente que siempre fluye”, dijeron.
En su sermón en la Asamblea para las Comunidades de Color la semana pasada en Baltimore, Cintrón Olivieri habló sobre la crisis en Puerto Rico.
"Continuamos orando y apoyando a todas las personas marginadas ... y con nuestros hermanos y hermanas en la hermosa isla de Puerto Rico mientras continúan alcanzando con fe, extendiendo la mano y tocando esa túnica de justicia", dijo. "Ya que la lucha, mis hermanos y hermanas, aún no ha terminado".
La Oficina de Testimonio Público de la IP (EE. UU.) en Washington, D.C., también emitió una declaración de solidaridad con el pueblo presbiteriano en Puerto Rico.
"Dios ha bendecido a la Iglesia para que sea una fuerza guía y una fuente de fortaleza para la comunidad puertorriqueña", se lee en el comunicado. "Oramos para que nuestros hermanos y hermanas en Puerto Rico se mantengan fuertes y no se desanimen en su lucha por la justicia".
Lea la declaración completa del secretario permanente a continuación:
En medio de las crisis que se desarrollan por la continua violencia contra las personas de color en los Estados Unidos, no podemos ignorar la violencia política y social que ha seguido afectando a nuestros hermanos y hermanas en Puerto Rico. Les acompañamos mientras enfrentan transiciones continuas en el liderazgo político, especialmente a nuestros hermanos y hermanas presbiterianos en el Sínodo Presbiteriano en Boriquén.
La antigua corrupción política que ha arruinado a gran parte de la sociedad puertorriqueña y ha aumentado la difícil situación de la ciudadanía más necesitada no puede detenerse sin un cambio sustancial en el liderazgo, respaldado por la toma de decisiones directa y compasiva por parte de los líderes en los Estados Unidos. Demasiados presuntos líderes tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos se han aprovechado de la gente sin tener en cuenta su futuro bienestar, y el impacto de esos esfuerzos ahora se refleja en la inestabilidad que sufren nuestras hermanas y hermanos puertorriqueños.
"Una parte importante del contexto de esta lucha es el terrible daño infligido en la isla en el 2017 causado por el huracán María, que se vio exacerbado por los esfuerzos extremadamente inadecuados del liderazgo de los Estados Unidos para implementar un esfuerzo disciplinado y con recursos completos para la mejora y la reconstrucción. Incluso ahora muchas de las áreas más pobres de la isla permanecen parcialmente inaccesibles, con servicios públicos y otros servicios limitados. La imagen del presidente de los Estados Unidos arrojando rollos de papel toalla a los atribulados puertorriqueños será la más perdurable del esfuerzo estadounidense.
Ahora la gente ha dicho ¡Basta! y ha marchado por un cambio genuino. Nos unimos a nuestros hermanos y hermanas puertorriqueños en exigir lideres tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos, que no sean cómplices de la antigua corrupción que ha pospuesto el desarrollo completo que beneficia a todo el pueblo puertorriqueño. Y nos comprometemos a dar nuestras oraciones, nuestra vigilancia y nuestra defensa a nuestros compañeros en la isla mientras trabajamos juntos por decisiones legislativas y judiciales que generen un futuro más promisorio".