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En el Libro de Orden, las personas que son miembros son llamadas a involucrarse en el ministerio de la Iglesia de Cristo en una variedad de maneras, incluyendo al «proclamar las buenas nuevas en palabras y hechos», y al «participar en la vida común y en la adoración de la congregación» (G-1.0304). Es probable que en nuestras mentes podríamos categorizar las actividades de la iglesia en estas dos áreas separadas, pero para los ancianos y ancianas gobernantes, estas oraciones abarcan, de manera integral, nuestra responsabilidad de servir en como líderes de la congregación. 

Las ancianas y ancianos gobernantes «tienen responsabilidades para con la iglesia local», o sea, para con la vida de la congregación. Reciben el llamado a «nutrir la vida común del pueblo de Dios a través de sus dondes de discernimiento y de gobernabilidad». Además…

« proveen la predicación ordinaria de la Palabra y la celebración de los Sacramentos, la oración colectiva, y la ofrenda de alabanza a Dios en el canto; supervisan y aprueban toda adoración pública en la congregación, con la excepción de las responsabilidades reservadas para el(la) ministro(a) de la Palabra y Sacramentos; determinan las ocasiones, días, horas y lugares de adoración; y tienen la responsabilidad de la disposición del espacio de adoración, el uso de elementos especiales (flores, velas, banderas, paramentos y otros objetos), y los ministerios de música, teatro, danza y artes visuales». (W-2.0303).

Estas responsabilidades exigen que los ancianos y ancianas gobernantes puedan comprender y evaluar las conexiones entre la adoración y la vida común de la iglesia. Un ejemplo de esto es que su iglesia puede brindar una experiencia de adoración increíble los domingos por la mañana, pero también está llamada a reflexionar sobre por qué las personas no participan en actividades «extralitúrgicas». La vitalidad y el impacto de una iglesia van más allá de lo que sucede en la adoración. La adoración puede ser el corazón de la congregación reunida, pero ¿qué hace el cuerpo de Cristo, la iglesia, el resto del tiempo? ¿Cómo estamos siendo las manos y los pies de Cristo en el mundo? Estas son preguntas importantes para el liderazgo de la iglesia.

Hay una conexión entre común y comunión, un sacramento que es una parte sumamente importante de en la experiencia de adoración del pueblo de Cristo. Usualmente pensamos en los sacramentos como un momento particularmente sagrado y especial durante la adoración dominical. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, el compartir de la cena ocurría más allá de un tiempo y lugar programados. En su artículo «The Lord’s Feast» (El banquete del Señor), Melva Wilson Costen dice que los evangelios hablan de que Jesús comió en momentos comunes con personas de diversos ámbitos de vida y esto es lo que hace que estos eventos sean dignos de recordar. También dice que la comunión debe ser entendida como una participación común y rutinaria en la vida cristiana divina que una persona vive en Cristo, porque es iniciada por Cristo mismo.

La adoración y la vida común están conectadas en las cenas en común al sentarse alrededor de una mesa común. La comunión va más allá del domingo en la mañana y abarca todo lo que hacemos como congregación y como gente cristiana en nuestra vida diaria. Para vivir en Cristo es necesario entender que nuestras vidas no están compartamentalizadas entre lo que sucede en la adoración y lo que sucede el resto del tiempo.

En el estudio de Refómanos llamado «Ancianos y ancianas gobernantes: Transformación», Peggy Hinds hace un llamado a los consistorios a entender la conexión entre la adoración y la vida común de la congregación. Ella señala que hay algo que ella llama «Dinámicas de mesa de negocios». Ella comparte su experiencia de la tensión que hay entre tener más tiempo para la adoración durante una reunión de consistorio y el deseo de poner manos a la obra, haciendo una oración y después siguiendo con la reunión. Ella comparte estas palabras de sabiduría:

«Abordar el trabajo del consistorio como si fuera una reunión de negocios hace que los ancianos y las ancianas se pongan en actitud de negocios. Es fácil olvidar que el trabajo del consistorio es sagrado y que el propósito es servir y honrar a Dios. La mesa de reuniones nos llama a concentrarnos en cubrir la agenda del día; la mesa de comunión nos invita a recordar a Cristo y a ser el cuerpo de Cristo. Al enfocarnos en quién es Cristo y quiénes hemos sido llamados a ser, abordamos el trabajo del consistorio con humildad, gracia y gratitud» (p. 20).

La adoración nos llama a recordar a Cristo y a celebrar que Cristo nos entiende y que necesitamos entender a Cristo. La vida común de la iglesia también debe crear espacios para hacer lo mismo y para ser su cuerpo fuera de las paredes de la iglesia. A veces, el conectar ambas áreas nos permite recordar lo familiar, como cuando cantamos o decimos «Santo, santo, santo, Señor Dios Todopoderoso. Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria». Pero a veces también nos recuerda que los valores y las acciones de Jesús desafían el statu quo y los mensajes de los sistemas, sociedades, anuncios y culturas que nos rodean. Ambos son importantes.

Para la reflexión:

  • ¿En qué eventos puede pensar que pueden promover las conexiones entre la vida de adoración y la vida común de su congregación?  
  • ¿Que cosas puede hacer para pasar de una «dinámica de mesa de negocios» a una «dinámica de mesa de comunión» durante las reuniones de consistorio?


Marissa Galván Valle es ministra de la Palabra y los Sacramentos de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.). Ella es la editora principal de los recursos en español de la Corporación presbiteriana de publicaciones y sirve en una relación pastoral temporal en la Iglesia Presbiteriana de Beechmont, una iglesia intercultural que adora cada domingo en español e inglés. Ella fue ordenada como anciana gobernante cuando tenía veintiún años de edad.

A lo largo del 2023 y 2024, los artículos mensuales de Regarding Ruling Elders (Respecto a los/as ancianos/as gobernantes) alternarán entre una inmersión profunda en las formas en que los ancianos y ancianas gobernantes disciernen y miden la vida de una congregación a través del ministerio de las membresías e historias sobre cómo los ancianos y ancianas gobernantes están usando su llamado y dones mientras se mueven dentro y fuera de las paredes de la congregación.

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