Unificación: Es más que un organigrama
Un miembro de la Comisión de Unificación explica lo que han aprendido los comisarios
Hoy en día, cada vez que me reúno con otros líderes eclesiásticos -ya sea en comités, retiros o tomando café- el estribillo suele ser el mismo: "Nunca nos enseñaron esto en el seminario"
Esto no es nuevo, pero ahora parece más urgente. Ninguno de nosotros se siente plenamente preparado para apoyar a las congregaciones que se enfrentan al declive, la incertidumbre financiera y los cambios culturales que exigen un cambio estructural valiente.
Por eso creo que el trabajo de la Comisión de Unificación es tan importante.
Los mismos problemas de los que oímos hablar en las congregaciones y en los consejos intermedios -liderazgo silenciado, fatiga organizativa, pérdida de claridad y confianza vacilante- también están presentes a escala nacional. Y si algo he aprendido en estos años de trabajo es que los retoques burocráticos y la colcha de retales de recortes presupuestarios no solucionan los problemas más profundos.
La 225ª Asamblea General pidió algo diferente: una temporada de discernimiento guiado por el Espíritu, arraigado tanto en la necesidad práctica como en la esperanza teológica, que condujera a una estructura nueva y sostenible para el ministerio de la Asamblea General.
Un mandato nacido del discernimiento
Aunque todo esto pueda parecer nuevo, este momento no acaba de surgir en 2022. Ya en 2016, el informe del Comité de Revisión de la Agencia Misionera Presbiteriana -del que formé parte- identificó la necesidad de claridad estructural. El informe señalaba una falta de colaboración y coordinación entre el PMA y la Oficina de la Asamblea General, y una preocupante ausencia de visión compartida.
El encargo dado a la Comisión de Unificación es algo más que crear un nuevo organigrama que nos ayude a equilibrar el presupuesto. Se nos ha encomendado la tarea de diseñar una agencia verdaderamente unificada - realineando las prioridades de la misión y la visión con la dotación de personal, los presupuestos, la comunicación y la gobernanza - para apoyar a toda la iglesia de una manera más ágil, transparente, colaborativa y financieramente sostenible.
Quiero detenerme un momento para decir que es una bendición trabajar con un grupo tan dedicado de comisarios y personal. Además de nuestro trabajo a tiempo completo y los compromisos universitarios, estamos dedicando más de 10 horas a la semana a este trabajo bajo el liderazgo fuerte y valiente de nuestros moderadores, el Rev. Dr. Felipe Martínez y Ruling Elder Cristi Scott Ligon, que tienen que navegar tanto. Lo hacemos porque creemos en la visión de la Asamblea, y porque nos sentimos llamados a discernir cómo el Espíritu está llamando a la iglesia a una nueva forma de ser que sea a la vez resistente y eficaz.
Lo que estamos aprendiendo
- La claridad estructural alimenta la claridad de la misión. No podemos apoyar eficazmente a las congregaciones o a los consejos intermedios mientras trabajamos con un sistema diseñado para una época diferente.
- La transparencia genera confianza. Una comunicación clara y coherente -interna, entre organismos y con la Iglesia en general- es esencial.
- El valor debe cultivarse. Los pasos audaces no tienen que ver con el carisma o la temeridad. Crecen a partir de una gobernanza fundamentada, el apoyo de las conexiones y la claridad financiera.
- El cambio provoca miedo. La adaptación centrada y decidida es la mejor respuesta a la irrelevancia, pero también da miedo. Hemos visto una y otra vez que las conversaciones sinceras abren caminos a la transformación.
Por qué es importante ahora
A veces bromeamos diciendo que "construimos el avión mientras lo pilotamos" Pero la verdad es que el avión que nos dieron fue construido para otra época. Este es el tipo de cambio que a ninguno de nosotros nos enseñaron a hacer. No hay clases de seminario llamadas "Cómo guiar a la gente por un camino que nadie quiere recorrer" o "Cómo introducir los cambios que dan vida y que nadie quiere." Pero estamos aprendiendo, escuchando y haciendo todo lo posible para seguir al Espíritu en un futuro que requiere realineación, no sólo reparación.
Por qué hago este trabajo (y sigo haciéndolo)
Desde 2014, he formado parte del Comité de Revisión del PMA, del Comité de Revisión de Todas las Agencias, de la Comisión de Implementación de Moving Forward y, ahora, de la Comisión de Unificación. Hace poco revisé mis viejas notas (sí, soy una acumuladora de notas). Lo que encontré no fue sólo historia: fue una santa frustración.
Una y otra vez, en cada informe, en cada obertura, aparecen las mismas palabras:
- Falta de transparencia
- Colaboración
- Estructuras en silos
- Desconfianza interna
- Jerarquía engorrosa
- Comunicación
- Baja moral
- Falta de claridad interna y externa
No se trata sólo de notas a pie de página en nuestra memoria institucional compartida y no son sólo quejas burocráticas. Han sido nombrados, no una ni dos veces, sino en más de 10 años de entrevistas, sesiones de escucha, evaluaciones y debates. En última instancia, estas son las barreras al ministerio que hay que eliminar. Han desgastado a nuestro personal, a nuestros pastores y a nuestra gente. Y nos impiden vivir plenamente el Evangelio que proclamamos.
Por eso hago este trabajo, no porque me gusten los organigramas y las hojas de cálculo (que, para ser sincero, me gustan un poco), sino porque creo que la Iglesia debe encarnar lo que enseña. Nuestra estructura debe servir y hacer crecer la misión, no sofocarla.
A menudo la gente se pregunta si este trabajo merece la pena, si la lucha es demasiado dura, demasiado lenta, demasiado ingrata. Pero sigo volviendo a las palabras de nuestro Libro de Orden (F-1.0301):
La Iglesia ha de ser una comunidad de fe, encomendándose sólo a Dios, aún a riesgo de perder su vida.
Ese riesgo es real. La disminución de las donaciones, la desilusión, el agotamiento... no son problemas abstractos. Pero no son el final de la historia.
Porque la iglesia también lo es:
La Iglesia ha de ser una comunidad de testimonio, señalando más allá de sí misma a través de palabras y obras hacia las buenas nuevas de la gracia transformadora de Dios en Jesucristo su Señor.
Si realmente lo creemos, no podemos conformarnos con estructuras que dificulten la misión. No podemos mantener sistemas que oscurezcan nuestros valores o drenen nuestra energía.
Así que sigo apareciendo. No porque sea fácil, sino porque creo que es sagrado. Creo que estamos llamados a construir algo digno del Evangelio que llevamos.
Para eso trabaja la Comisión de Unificación.
Y por eso sigo aquí.
La Rev. Debra Avery es miembro de la Comisión de Unificación, que se reúne los días 24 y 25 de julio en línea y en el Centro Presbiteriano de Louisville, Kentucky. Para más información aquí.
You may freely reuse and distribute this article in its entirety for non-commercial purposes in any medium. Please include author attribution, photography credits, and a link to the original article. This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDeratives 4.0 International License.